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(*) Otros nombres usados en América latina : arracache, racacha, apio criollo, arrecate , virraca, zanahoria blanca.
Porque van muchos años que vivo en el exterior, porque cuando uno vive fuera acaba deseando comidas que uno solo come en su país, porque adoro la mandioquiña, porque esta no crece en el hemisferio Norte y como no se puede traer en la valija....un día en San Pablo encontré una preparación en polvo a base de mandioquiña y me la traje a los Estados Unidos, donde vivo, para probarla un día.
Es una preparación orgánica echa a partir de una receta de la famosa Bela Gil, con textos explicativos atractivos y prometedores (ver la foto del embalaje). Esperé un momento especial para probarla, esto aconteció para el encuentro mensual de las brasileñas que viven en mi ciudad. Me juré a mi misma de seguir las instrucciones al pie de la letra y así hice.
Puse el polvo del paquete en una fuente, medí la cantidad de agua 3/4 de taza, medí los 50 ml de aceite y mezclé todo, amasé bien como lo indica el embalaje. No fue tarea fácil, el líquido es absorbido rápidamente por los almidones y la manipulación se vuelve más difícil. Finalmente después de unos minutos consideré que la masa estaba lo lisa suficiente y comencé a modelar los panecillos.
Precalenté el horno mientras amasaba, puse los panecillos en el horno caliente por 25 minutos, como indicado por las instrucciones . Los mantuve al ojo. Los bichitos no crecieron mucho...al final del tiempo indicado empezaron a agrietarse, así es que los saqué del horno y les saqué la foto.
Probé uno, deseando sentir el gusto de la mandioquiña, pero ... decepción ! El gusto no apareció ni por casualidad, lo que dominaba eran las especies aromáticas y el gusto a cúrcuma.
Nada de la mandioquiña, nada del gusto delicado de la raíz...
Igual así los llevé a la reunión, hice lo posible para mantenerlos calientes como indica el embalaje.
Les expliqué à las "meninas" de qué se trataba y todas estaban muy curiosas con ganas de probarlos. ¿ Y como fue la acogida ? Pues apreciaron el sabor a cúrcuma, hablaron de como ese ingrediente era bueno para el organismo, pero ninguna supo decir dónde estaba el sabor de la mandioquiña...
Tal vez yo había soñado demasiado con aquel sabor, con aquella raíz delicada, con los purés, las sopitas o simplemente cocida, aplastada en el plato a la hora de comer, como hacía cuando era niña. Pura nostalgia.
Pero la experiencia valió la pena, fue la voluntad de compartir el producto del paquete, así como un polvo que contenía tal vez el buen recuerdo de un sabor que se quedó por allá atrás ...